Hace un rato, las noticias en la TV daban cuenta acerca de "las cèlebres protestas del 1ª de Mayo", aludiendo a los actos conmemorativos y desórdenes típicos que - tristemente - se dan en estas fechas, en busca de reivindicaciones laborales, mejoras salariales, entre otras. Más aún con temas ligados a problemas específicos, como los contratistas del cobre, por ejemplo.
Sin embargo, dentro de la diversidad de discursos y razones para fundamentar los movimientos, me di cuenta de que, al menos en una región, esto cobraba un sentido algo distinto.
Fue el caso de Valparaíso. Por estos días, trabajadores portuarios, transportistas, artistas y estudiantes se unieron en lo que llamaron "El Puertazo" (Ver noticia), como una forma de protestar no sólo por sus propias causas, sino por un hecho común a todos ellos: la imposiblidad de tener alguna participación en las decisiones locales. De hecho, ésa fue la consigna general.
Aclaro: nunca estaré de acuerdo con los desórdenes, la violencia, los piedrazos ni esas cosas. Nunca. Pero sí me parece admirable el mensaje para Santiago-Estado respecto a ese tipo de políticas.
¿Por qué? Pues, porque suele decidirse desde un escritorio a - por lo menos- 100 kms sobre asuntos trascendentes para las regiones, pero son vistas en su distancia como meros trámites. Desde el cierre de la ex-cárcel, tal como funciona ahora para los artistas locales, para abrir un centro cultural "de otro tipo", que cumpla los estamentos que dictan instancias como el Ministerio de Cultural. O sea, concursos y trámites cuando el arte - en esa región en particular- es parte de lo cotidiano.
En rigor, esto no es un hecho aislado, sino muy por el contrario. Se ha investigado sobre el tema, y se ha llegado a plantear que es precisamente eso una de las razones por las cuales se eterniza el tema de la pobreza.
Hace un par de años atrás, Fernando Rozas, psicólogo comunitario y académico de la U. de Chile publicó un estudio realizado en distintas regiones del país (Sexta y Octava, entre ellas), con el fin de determinar algunos descriptores para la pobreza. Ahí se determinó que, pese a que históricamente las instancias gubernamentales a cargo de combatirla se rigen por sus propias definiciones, entre ellas, las que arroja la encuesta CASEN, referida principalmente a ingresos familiares.
Sin embargo, contar con la misma cantidad de dinero en Santiago o en Mulchèn no es lo mismo. De hecho, Rozas señala una serie de factores,tales como acceso a educación, acceso a alimentos, acceso a servicios básicos y públicos, entre otros, que configuran perfiles distintos inajustables a las normativas gubernamentales, lo cual repercute en la manera de distribuir ayuda al respecto, y haciendo totalmente ineficaz y desajustado cualquier tipo de intervenciòn.
Por ejemplo: si pensamos en una familia de 4 personas con $100 mil pesos uno tiende a decir, claramente, que no alcanza y que es pobre. Pero, ¿pobre cómo?
Inevitablemente se piensa en que falta plata para la comida, para los pasajes, para estudiar... què se yo. Sin embargo, ¿podemos decir lo mismo de una familia en estas condiciones, pero que vive de la tierra? ¿Podemos suponer falta de comida en aquellas personas que viven en el sur y que su ocupaciòn es el cultivo? ¿Tiene sentido entonces intervenir para mejorar su nutriciòn en gente que come lo que cultiva, que en rigor tiene el peso promedio, y que ellos mismos reconocen que no tienen necesidades?
¿Tiene sentido intervenir en transportes cuando hasta los niños andan a caballo para ir a la escuela, a la casa de los vecinos o donde quieran?
¿Tiene sentido pensar que es lo mismo una familia econòmicamente pobre, pero con acceso a una ocupaciòn permanente y alimento asegurado que otra econòmicamente en mejores condiciones, pero donde el colegio o el consultorio quedan a 5 horas?
Ése es el sentido. Darse cuenta de que las realidades son distintas, y que el funcionar de cada región, de cada zona, de cada pueblo, ES SABIDO POR SUS HABITANES. Por lo tanto, existe cierto criterio, ¿no? Alguien me explique entonces què pasa, porque SE ME HACE IMPOSIBLE PENSAR EN QUE SISTEMÀTICAMENTE SE OBVIAN ESTE TIPO DE COSAS.
Afortunadamente, aunque sea de esa manera, la gente de Valparaíso la está cobrando al respecto. Está dando cuenta, hace rato, de que independientemente de las diferencias que puedan haber, todos coinciden en que es momento en que se valide su opiniòn al respecto. Era el momento, entonces, de que ese parecer se hiciera notar. Que la noticia fuera èse descontento màs que el discurso de todos los años. El día era una tribuna. Era la ocasiòn. No quedaba otra...
Foto: Nelson Olmos, www.emol.cl
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