jueves, 27 de diciembre de 2007

¿Puede un temblor remecer conciencias?



Dicen que arbol que nace torcido, nunca se endereza... que a pesar de todos los intentos, la gente no cambia, y que el rumbo que toman las cosas, cuando ya llevan tiempo así, cuesta reencauzarlas... Al menos eso es lo que me pasa cada final de año con los recuentos. Es como si tuviera la esperanza de que una noticia central abarcara algo más que lo que todos los días vemos, como si se les ablandara el corazón por Navidad y dijeran "si, en realidad, hay que pensar en los demás"...

En realidad me equivoco. Si todo el año cada mesa de Chile entero se ha enterado de las tonteras del Transguatazo, es obvio que esa es la noticia central. Ingenua... disculpen...


En fin. El tema que hoy quiero tratar tiene que ver con nuestro baile nacional por estos días: la samba! jAJAJAJ... disculpen, pero es otra forma de referirme a la seguidilla de temblores que hemos tenido por estos días. Como sabrán, y habrán visto/oído en sus conversas familiares, el tema no es menor. Asusta. Y a los que no, al menos los deja expectantes. El gran mito de que se viene un terremoto de aquellos está bastante arraigado en la conciencia colectiva. Sin embargo, tal y como sucede otras veces, la incertidumbre genera hipersensibilidad a cualquier noticia. Es cosa de hacer memoria con los pobres penquistas que salieron arrancando de madrugada por el tsunami... la vecina de mi primo se quebró la pierna en esas... atroz...

Como sea, para quienes vivimos en zonas norte o centro, que tiemble o no no pasa de ser un hech anecdótico. Sin ánimos de ser desconsiderada, en el norte estos últimos años se han repetido la de terremotos:Antofagasta, Punitaqui, y ahora Tocopilla. Aunque nos falta cultura sísmica, es algo que en definitiva se puede aceptar como parte de la vida diaria, y por eso - quizás - lo que diga la ONEMI al respecto puede que importe o no.

Pero el punto que quiero plantear aquí es que, siguiendo con el discurso de que todo se mira con los ojos santiaguinos, se olvida de que AUN HAY CHILENOS PARA QUIENES LOS TEMBLORES SON ALGO RARO.

Es como un deja vú. A princiío del año pasado, las noticias daban cuenta, aunque someramente, de la preocupación de la gente de la Undécima región por la cantidad de sismos. Eran grados bajos, nada de qué preocuparse, según la ONEMI. Podía ser así, independientemente de lo que sucediera después (aquí podemos discutir sobre si los sismos se pueden predecir o no, y si realmente ONEMI sabe y oculta esa información o no hay nada claro al respecto, y por lo tanto, no se quiere dar alarma), pero lo grave del asunto es que SE AMINORÓ EL IMPACTO DE ESTE FENÓMENO EN LA GENTE. Quizás para esta gente, la consideración sobre el sufrimiento o angustia del otro hubiera sido más entendible si quienes hubieran dicho esto fueran extranjeros. Hubieran reido y contado que es normal, que esas cosas pasan, que todos estamos acostumbrados y que no hay que temer. Pero lo cierto es que para los aiseninos, un temblor es tan extraño como que neve en Coquimbo. Es eso lo que cuestiono yo. ¿Qué les costaba pensar en cómo tranquilizar a los habitantes de esa región, prestarle mayor atención a este malestar (paralelo, claro, a buscar las causas)?. Independientemente de que el tsunami no fuera tal, sino más bien fuera causado por el desprendimiento del tierra, que los sismos grado 6.2 en Richter fueran tectónicos o magmáticos y todas esas cosas no eran precisamente la preocupación. El hecho es que ellos estaban angustiados, no sabían que era ni qué hacer, y nadie hizo nada por confortarlos.

Ahora que ha pasado tiempo, aparece una acción judicial del los habitantes afectados contra el Gobierno, y yo les encuentro toda la razón. O sea, la muñeca gigante era bonita, pero fue la excusa para afectar un derecho constitucional hacia el cuidado del bienestar de TODOS LOS HABITANTES DE CHILE, incluyendo insulares y antárticos, extranortinos y extrasureños...

Con ese estilo, no es descabellado pensar en que el hecho de que muchos habitantes del extremo sur quieran ser argentinos no es una traición. No sólo por el acceso a directos servicios, sino porque es triste ver que una nación construye una identidad sin considerar la diversidad que la conforma. Que sólo se acuerda cuando el desastre ya pasó. Que los enviados especiales cubren las calamidades y no apoyan o muestran las maravillas de la zona. Que el Viejito Pascuero en helicóptero fue el acontecimiento del año para muchos pobladores de la Carretera Austral...
Será ingenuo esperar que los enjambres sísmicos remezcan conciencias y se rearme el cuento de una vez por todas? Déjenme soñar... son sueños de Navidad...


sábado, 8 de diciembre de 2007

Cómo te entiendo, Ramón.


A pesar de ser sólo unos momentos, no hay duda de que una pasada por el metro de Santiago es casi como pagar faltas, ¿no? En cierta forma, me he mantenido unida a Santiago: estoy yendo a clases de Inglés ya que aquí son carísimas... es una buena inversión en todo caso, y también un momento para vivir este tipo de cosas y agradecer por mantenerse en una ciudad alejada de tales "avances"... (me refiero al Metro en sí, no al pseudoarreglo hecho a los transportes...).
Ya en mi casa (la ida, estadía y vuelta no duró más de 6 horas), prendí la tele y vi a uno de los personajes más admirados por mí en la TV: Ramón Ulloa.

¿Qué tiene de especial? Bueno, pues es uno de los pocos provincianos que después de llevar tantos años en Santiago sigue marcando diferencia entre esta ciudad y el resto. Fíjense que es de los pocos que usa expresiones como "santiaguino" y "capitalinos", y que pide perdón a los televidentes por hacer primar noticias propias de sólo una ciudad... Obviamente, hay muchos más de ellos... pero por alguna razón me hace pensar en que de verdad siente lo que está diciendo, que de verdad le da lata hablarle al país de sólo un cuento...

Hoy no fue la excepción. Al prender la tele, estaba hablando junto a su compañera Claudia Godoy respecto a lo cambiado que está Puerto Montt. Siendo sincera, lo conozco súper poco: el mercado, Angelmó, la feria de artesanías y eso (algún día lo visitaré con más calma; la ida al sur es mi paraíso de vacaciones). Noté que su comentario lo decía con mucha tristeza: tras volver a visitar su ciudad, sintió que ya no era la misma en que él vivió. Y no lo decía por los avances esperables después de tantos años. Sintió que era un tema de identidad...

Mencionó que en cierta forma, tanto la arquitectura como el estilo de vecindad eran algo característico de la zona: casas, mayoritariamente casas, con espacios suficientes para utilizar y compartir con los vecinos tranquilamente. A cambio, vio con espanto la proliferación de blocks de departamentos en una suerte de sector peliférico nada acorde al entorno natural. No es por ponerle color, pero algo capto de comportamiento humano. Se veía ofuscado, respetando obviamente el espacio en vivo en el que estaba, pero se notó que le cayó mal el cuento. Más encima, saco al sol el hecho de que eso de armar este tipo de poblaciones sin considerar a la gente ni al ambiente, su idiosincracia y otras cosas, era algo archiprobado y fallido en Santiago, pero que lamentablemente muchos alcaldes y constructoras veían como señal de progreso, sin hacer caso de las evidencias que muestran que más que un remedio, es peor que la enfermedad. Porque eso de que perjudica sólo a quien ya vive en los alrededores es falso: altera también a quienes van a vivir ahí, a quienes tendrán que acostumbrarse a estufas a parafina en vez de sus cocinas a leña, a vivir con los ruidos desagradables del otro en vez de ser participes de ellos por invitación, en aislarse en vez de ser confiado de quienes le rodean...

A pesar de eso, me reconforta saber que alguien más, aunque sea desde otra realidad, piensa como yo... y lo hace saber. De hecho, es el productor de "Anónimos". Otra iniciativa, aunque no me queda claro si tiene que ver o no, es "Santiago no es Chile", obra máxima que como buen coscacho bien dado, el resto finge demencia... (en una próxima conversa me dedicaré a eso, jajaja).

Para quienes quieran ver algo de "Santiago no es Chile"


martes, 4 de diciembre de 2007

"Transantiago: la serie que todo Chile espera"

Si ver este tipo de slogan en la tele no les da nada, entonces ya no hay nada que hacer...

Mañana sigo rabiando... hoy no me da el ánimo para convencer...

sábado, 1 de diciembre de 2007

La vez al año que somos Chile.

Chilito lindo ha salido en la tele de distintas formas. La Roja y sus vaivenes, quizás, han sido una de las primeras cosas que pueden venir a la mente al pensar en eso. Instantes en los que las camisetas se cambian, los eternos rivales la gozan y sufren junto a la misma chela y el jolgorio convoca a todos tras un solo color... Sin embargo, los partidos terminan, y con eso la espera a la nueva transmisión se olvida hasta que el canal de turno con la señal no nos lo recuerde, ¿o no?

Por lo mismo, sobre todo ahora en esta fecha tan especial, la Teletón nos corrobora no sólo que la marea roja existe en el fondo de cada uno, sino también que las necesidades, alegrías, frustraciones y esperanzas son una sola voz pero formada por los nortinos, los centrinos, los sureños, los que hacen soberanía en inhóspitos lugares, los isleños (Pascua, Archipiélago Juan Fernández, San Félix y otras m{as) y quienes hacen recuerdo a la distancia desde distintos rincones del mundo.

Es un instante mágico en donde la tele llega a todas partes, donde el compromiso se hace por algo no tan lejano, no tan distante ni poco palpable. Por el contrario, la Teletón opera actualmente con 10 centros intentando dar cobertura al máximo de zonas posibles, desde Arica hasta Puerto Montt, que es lo que ha sido posible hasta ahora. Afortunadamente, las iniciativas para generar un nuevo centro en Coihaique o Punta Arenas están. De hecho, Don Francisco, en las entrevistas previas al inicio de las transmisiones, señaló como principales prioridades el abrir estos nuevos centros, así como también agrandar el centro de Santiago (no olvidemos que hasta ahí llegan niños tanto de dicha ciudad y sus alrededores como de la Provincia de Cachapoal; Colchagua se centra más en la Teletón de Maule, y Cardenal Caro se reparte en la medida de lo posible... pero de todas formas, se espera que lleguen!).

Para mí fue una sorpresa el discurso de Mrs Bachelet cuando dijo que además del respaldo estatal que se ha conseguido desde hace unos años, "la Gobernación REgional de la REgión metropolitana...." ALTO! Esta es una observación demasiado extensa para el paréntesis, así que hagan cuenta que aquí va:

¿¿¿ALGUIEN ESCUCHÓ ALGUNA VEZ QUE LA REGION METROPOLITANA TENÍA GOBERNACIÓN??? TIENEN GOBIERNO REGIONAL!!! Y yo que pensé que era la Moneda... tonta, ¿no? (OK, la Teletón es una isntancia fraterna, pero entiéndanme... es como que aparezca un ovni en un despacho en directo)

... ejem, prosigo... decía que la Gobernación ya estaba viendo la forma de financiar la ampliación del Instituto de Rehabilitación Infantil de Santiago, con lo cual quedan liberados más fondos para el extremo sur de nuestro querido Chile. Lo cual, en un sentido regionalista, es una gran cosa.

Es cosa de recordar, para los que vieron Tv en la noche, el caso de ese niño de Chiloé y su madre, de la isla de Apiao, que recorre casi un día entero para llegar a Puerto Montt. Imagínense, "en pleno siglo XXI" un "lindo pique" un par de horas a caballo hasta una lancha, en medio de un mar bravo donde la plegaria a Dios cuidando el viaje es tan necesario y cotidiano como el "buenos días", para viajar nada menos que 8 horas... y de puro ida. Hagamos memoria muchos de nosotros, en el ajetreo de nuestras respectivas ciudades, molestos porque la micro no pasa (ojo, que esto no sólo es Transguatazo), por los tacos, por la caminada que no tiene vuelta... Es algo que nos molesta, claro, porque estamos acostumbrados a andar más rápido, a que haya algo más que hacer... mientras que estas familias saben de este rigor diariamente, con resignación.

Claro que le encuentro la razón al alcalde de Traiguén que hoy al mediodía le decía al Nacho Gutierrez que la cobertura al banco y las donaciones era el mejor regalo de Aniversario de la comuna, al salir en TV directa por primera vez (a menos que sean reportajes puntuales, o que sea una embarrada de proporciones, reconozcamos que no se nos ocurre otra forma de que así sea... terrible, pero cierto), o que en Robinson Crusoe o Hualañé se les infle el pecho a no poder más y aprovechen cada segundito por dar a conocer la realidad de sus respectivas zonas: que el aporte es grande para ser tan pocas personas, que la isla es la tercera comuna más pobre de Chile, que existen zonas con 100 personas y que aún tener asistencia médica es prácticamente una odisea; que Tocopilla y María Elena, con las oficinas caídas por el terremoto, hace el esfuerzo por sus chicos y el centro de Antofagasta... porque una de las grandes cosas de la Teletón es que la torta se reparte por igual. Los centros en sí poseen lo mejor, y no es diferencia Santiago de Temuco, gran mérito.

El tío Roberto Nicolini (pipiripao o el pelaito barbudo contagioso de wena onda que sale también, para los que no lo ubican... ya hablaremos de deprivación televisiva más adelante) tiene razón al decir que es éste un espíritu real, que entusiasma a todos, y que hace que esto sea más que un programa de televisión. Es una onda distinta, un aire nuevo, tan rico como lo poco que dura, pero que cobra tribuna para recordarnos que aunque estemos muertos de calor, hay gente que en diciembre usa parka y gorritos polares, que aunque estamos viendo regia señal de tele hay otros que tuvieron que ponerse de acuerdo para comunicarse y encender los generadores de electricidad a la hora que salían las familias locales, y sobre todo, que es una de las pocas oportunidades en donde, efectivamente, ESTAMOS TODOS.

PD: Acaban de anunciar como próximos centros a Coihaique, Valdivia, Copiapó y Calama... ¿ven?

CHILE CONTINENTAL