sábado, 13 de febrero de 2010

"Vendiendo" mi ciudad...

Sucede que en Chile existen, para algunos, tres tipos de ciudades o zonas: las que todo el mundo quiere conocer o visitar alguna vez, las que no son tan populares, pero son destino obligado para cualquier trámite, y las que simplemente son, están, pero no suscitan - en principio - ningún interés excepto para sus habitantes o sus vecinos próximos.
Es una distinción tan terrible como sincera, y para ello hay ejemplos. Lugares como Viña del Mar, La Serena, Chiloé o Rapa Nui constituyen la primera categoría.
Santiago, sin lugar a dudas, es destino casi obligado de trámites, estudios, negocios, etc.
Y en la tercera, con el dolor de mi alma, cabe mi querida Rancagua. Atroz, pero es así.
Yo, personalmente, ya me declaré amante de mi ciudad. Con todas sus pifias. Y asumiendo que no es destino turístico, a mi me encanta, y me basta con eso...
El tema es que el otro día un par de amigos trajo de visita a un tercero alemán. Alemán-alemán. Y para colmo, asentado temporalmente en Valpo - Viña. Digo "para colmo" porque, digámoslo, para quien ha pasado la mayor parte del tiempo al lado del mar, la bohemia y el montón de culturas distintas, cualquier otra ciudad es fome. Muy fome.
Lo trajeron y, para variar, día domingo. Mal. De guías turísticos, en principio, una amiga que lo único que quiere es salir de Rancagua, un amigo que se valparaisó y que toda la vida ha odiado el tedio rancagüino y yo, el salmón, la que nada contra la corriente y porfia conque algo bueno sí tiene.
Se me ocurrió llevarlo a la histórica Plaza de Los Héroes y comenzar a narrar sobre la Iglesia de la Merced, las trincheras, quién fue O'Higgins, el incendio, el escudo; de las frases que están en la estatua, de la Casa de la Cultura como hospital realista y del Museo; de la casa del Pilar, del camino del rey y de cómo se transformó todo.
Fue tragicómico: dentro de lo fome, Thor - el alemán- igual escuchaba y fotografiaba. Se aburrió igual, quería playa y diversión, pero algo conoció. Su pregunta del millón fue decisiva: "chicos, y ustedes conocen eso también?".
Yo vi un par de caras perplejas. "Nada de historia, wácala" dijo uno. Mi amiga dijo nada... Yo no entendía cómo!! Cómo es posible vivir en un lugar y no saber nada! NADA!
No se trata de amor a la historia (aunque igual me gusta)... simplemente, para mí, es entretenido saber qué hubo antes de que se hiciera la casa. Si arriendas un lugar, preguntas quién vivió antes, no? Algo así.
Fuimos despues a los alrededores, a la precordillera, y los chicos se asombraron. Mi amigo, "el chileno" se asombró: en 15 años viviendo en Rancagua, jamás conoció ese lugar... de día.
Recordé entonces una visita que antaño hizo una amiga mía, de San Felipe, otra de las ciudades que puntúa en la tercera opción. Le conté lo mismo, le hablé de "el viejo" y "el nuevo" Rancagua, de lo histórico y lo bohemio (que existe todos los días menos el domingo), del camino del Rey, O'Higgins y la plaza. Y le encantó. Y lo recomendó. Y vinieron más a ver.
Es cierto: Rancagua jamás será ni el Barrio Bellavista, ni Av. Perú ni el Barrio Inglés. Pero yo sí tengo una historia que contar de mi tierra. Y al que quiera oirla, se la contaré. Y le haré propaganda. Y cantaré el himno si quieren. "Vender la ciudad" no es dificil si se trata asumiendo que no es un destino "convencional", que probablemente ni siquiera es destino para otros. Pero que tiene su encanto. Cosa que en Chilito, y con los aires de historicidad que el Bicentenario viene vendiendo del año pasado, otra ciudad no tiene. Qué entrete.

(Dedicado a Thor Oldenburg y a Rocío Núñez, dos personas que me hicieron sacar la veta de guía turística, aunque fuera por dichosos 30 minutos xD!).

CHILE CONTINENTAL