sábado, 13 de marzo de 2010

"De la tierra donde naciste..."


Son múltiples las historias y matices que van cobrando desde el 27/2 las noticias y reportes traìdos desde la zona centro-sur. Desde el desastre al empuje de varios, desde las visitas ilustres hasta destacar a los miles de anònimos hèroes que por estos dìas salvan vidas, levantan casas y apaciguan almas por doquier.
Una de ellas, sin duda, tiene que ver con un hecho cotidiano y tan intrascendental - para algunos - como la procedencia de quienes cada dìa nos entregan informaciòn. Asì, entre los periodistas, buena parte de ellos y de los profesionales tras ellos provienen de regiones, movimiento obvio a estas alturas cuando ciertas carreras "tienen mayor futuro" en Santiago (cosa que, claro està, no comparto, pero es lo que hay.

Los diarios y la jornada maratònica del 5 y 6 de Marzo dan cuenta de ello. Desde el impacto del Terremoto y Tsunami en la casa de Ignacio Gutierrez (SQP - Chilevisiòn), la misma visita de Don Francisco a su natal Talca o la añoranza de los churros con manjar de Conce por Mónica Rincón (La cultura Entretenida - TVN). Chilenos que, como buena parte de la poblaciòn santiagüina, nació y creciò en provincia.

Larry Moe (jamàs pensè citarlo, pero bueee... ) en su columna del dìa despuès del show de Amèrico (LUN - 26/02/2010) señala: "hay algo en un paìs tan obsenamente centralizado como el nuestro que les da una fuerza especial a quienes no hayan nacido ni se hayan criado en Santiago", aludiendo a que el desarrollo profesional, por ejemplo de los artistas, se da fundamentalmente cuando se logra salir "del guetto provincial", obstàculo y motivador a la vez.

Se tiene entonces dos grupos: los que el triunfo es conquistar la capital, o quienes traen el triunfo a la provincia. Èl primero màs susceptible al encandilamiento y a la distancia con la tierra que les vio nacer, convertida en zona de vacaciones o de visita familiar en las fiestas, dejando haaaarto de lado la calidad de "hijo" por "visita", tal como cuando uno se va de la casa. El otro, más mamòn si se quiere decir, pero que se convence de que su presencia apoya, alienta y sirve.

Ambos buenos y necesario, pero extrañables ahora que, frente a semejante catàstrofe, nutren la informaciòn màs bien de aquellos sectores ya sabidos y abordados en la ayuda y dejan de salir a recorrer, por las zonas que ya conocen, por los caminos y poblados de los cuales alguna vez supieron, en busca de los chilenos que se quedaron en casa.

Aunque la movilidad campo-ciudad o sectores aislados - centricos es un fenòmeno universal, para este tipo de cosas, pareciera, es inevitable el movimiento contrario: la nostalgia es mucha y la tristeza tremenda cuando se pierde parte de la propia historia... nunca te olvides de donde naciste.

Link: Movimientos Migratorios Internos


lunes, 1 de marzo de 2010

Cuando se corta la cadena...

Dejando de lado los sentimientos encontrados mencionados anteriormente, propongo la siguiente reflexión. La he escuchado todo el día (más bien, desde esta madrugada) de la boca de distintas personas: “con la tecnología que hay, y estamos igual aislados”.

Estuvimos prácticamente toda la madrugada y este día sin luz y sin teléfono, agrandando la sensación de aislamiento entre la gente que, preocupada, intentaba en vano comunicarse con sus seres queridos. Y pucha que tenìan razón.

Claro, cualquier joven responderìa casi automáticamente que Internet salva todo, y que es culpa de la luz no conectarse, y probablemente muchos de nosotros hallemos razón en ello, pero… còmo le explicamos a aquellos que aùn viven en casas de adobe, que no tienen carreteras, y que viajan todos los sàbados a buscar provisiones a la ciudad.

Dijeron hoy, en radio, que autoridades actuales y futuras discutían sobre asignar el 2% del producto bruto nacional a reparar los daños causados por el Terremoto. El mismo 2% que hace un par de años se decidió “democráticamente” asignar al Transantiago… o sea.

Los periodistas santiagüinos, o los más citadinos de las diferentes provincias que transmitían por radio (que apuesto que no son de la tierra en que trabajan, jajá), concuerdan en que “es increíble que en estos tiempos viva gente asì”. Respuesta? SIIIII, ES INCREÌBLE! Con tono sarcástico, es un buen comentario.

Sucede que muchas àreas se han visto severamente damnificadas no porque se les cayò la casa, sino porque no tiene acceso a servicios básicos, como salud y transporte.

Y ahí, reconocieron hoy en distintas fuentes, es que ese 2%, o por útimo el 0.31% debió haber ido hace ratiiiito….

Mostraron ahora que Santiago está aislado, que no se puede viajar al sur, porque la carretera quedó averiada severamente. Terrible forma de dar cuenta de que las regiones en Chile son todas eslabón de una cadena llamada Chile, no el adorno de una sola piedra. Ahora, aislados todos, el correr de los días dará cuenta de còmo se afecta el cuento cuando falta uno de ellos. No era la manera en que quería dar cuenta de esto, pero supongo que èsta es una oportunidad única de comprenderlo, partiendo de que, en esto, estamos todos en las mismas.

Por otro lado, como siempre, sólo hoy lunes salen las imágenes de que en O’Higgins, mi región, también hubo terremoto (mostraron imágenes y definitivamente el daño en las poblaciones fue tremendo, pobre gente!!!). Ha sido grotesco cómo se han saltado esta región, un asco, para variar… Gracias San Twitter por hacerles ver que habemos más en las mismas. En eso, la tecnología, no falló.

Crónica del día después...

(Escrito el Sábado 27 de Febrero a las 8 de la noche... escribir ayuda al estrés)

3:34 de la mañana y el zumbido de un temblor me despierta. Nada raro para una ciudad acostumbrada a ello, de no ser porque en los 3 minutos siguientes no paró. Es más: se hizo más intenso. Lo suficientemente intenso como para hacer desaparecer en 3 minutos el baño completo de mi departamento, para mezclar las cosas de mi pieza con las de la cocina, para hacer salir el refrigerador al pasillo y montar una escena – visible en la mañana – digna de un grupo de vándalos celebrando – o desquitándose, da igual.

El baño se arregla, dije, total, estamos bien. Y la larga espera de la noche nos muestra en la mañana el panorama. Debo reconocer que los rancagüinos somos al revés: manejamos mejor sin semáforos. Y ante semejante circunstancia, la conciencia y el pesar generan un respeto sepulcral.

La casa tiene arreglo, dije yo. Y con ese ánimo nos fuimos al Centro por pilas y demases. El desvío dio cuenta de un derrumbe. ¿La zona? Casco histórico de Rancagua. Para quienes no lo conocen, es el mismo lugar histórico del cual me jactaba hace un par de semanas. Con la mirada estupefacta miré rincón por rincón los destrozos que anuncian – hasta el momento – la inminente muerte de un ícono de la ciudad.

Es raro lo que pasa entonces: como si fuera un agonizante familiar al cual la parentela visita en sus últimos estertores (“ahora viene”), los mismos transeúntes que todos los días ignoraban su fachada comenzaban a agruparse, a contemplarle, a fotografiarle. Imaginé cuántos de ellos tendrían una foto con ese fondo y me dio rabia. Miré la Catedral, la Casa del Pilar y las fachadas de las casas de cornisas caídas del Centro, la demolición de la histórica Barbería de calle Portales y me dio pena.

Me di cuenta de que la noción de “casa” es más grande que el inmueble por el cual ahora rezo que esté en pie al final de todo esto. Me morí de pena de pensar que no sería difícil remodelar el fracturado baño, pero sí el ambiente de la casa. Y de la misma manera, comprendí la tristeza que me daba ver pender de un hilo cosas tan irreemplazables. Se trata de mi plaza, mi esquina, mi ciudad, aquella de la cual hablo a todos mis amigos forasteros, a la que aprendí a querer y a reconocer

Y la guinda de la torta vino al ir a buscar a mi amiga Janet (que dicho sea de paso, es tan amante de su Talca como yo de mi Rancagua… considerando que su ciudad está destruida casi por completo, empatizarán) al Hospital de Rancagua. Otro ícono cuyos pisos se encuentran fragmentados, sus ascensores caídos, sus pasillos abandonados entre los escombros y los gritos de fondo que piden más manos para correr a los enfermos.

Considerando que mi madre ha pasado toda su vida trabajando ahí, y que yo solía acompañarle en sus turnos desde pequeña, los pasillos destruidos y abandonados que vi eran los pasillos en los que crecí. Llámenlo ataque de nostalgia, reacción al estrés agudo frente a semejante desastre o simplemente cuatiquería, pero hoy me di cuenta, en otro aspecto, de cuánto siento esta ciudad mi casa, y de cuánto se va a sentir lo que vaya desapareciendo.

Bueno, habrá que creer en su lema no más: “Rancagua renace de sus cenizas porque su patriotismo la inmortalizó”.

Veamos cuantos más reconocen su propia historia en esas postales que, poco a poco, ya comienzan a desaparecer.

CHILE CONTINENTAL